viernes, 4 de marzo de 2011

REFERENCIA DE LA PARTICIPACIÓN DE LOS LLANEROS EN EL PROCESO INDEPENDENTISTA, EN LA HISTORIA MILITAR DE FIDEL BETANCOURT

XI SIMPOSIO INTERNACIONAL DE HISTORIA DE LOS LLANOS COLOMBO-VENEZOLANOS: BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA DE COLOMBIA.
Támara-Casanare República de Colombia
Julio 17 al 20 de 2010












                                                                                                                     
“REFERENCIA DE LA PARTICIPACIÓN DE LOS LLANEROS EN EL PROCESO INDEPENDENTISTA, EN LA HISTORIA MILITAR DE FIDEL BETANCOURT”




      Autoras:
           Prof. Msc. Italia J. Cámpora Betancourt
          Prof. Msc. Sonia C. Cámpora Betancourt
        FUNDACIÓN FIDEL BETANCOURT
     –FUNDAFIBE-
     Urb. Patarata II, Av. Las Turas, Transv. 1 N° 589
          Telf. 0582517157749 y 0584145018092


      Comenzaré por agradecer la oportunidad que se nos ha brindado para participar en este evento y hacerles una breve referencia acerca del historiador Fidel Betancourt y su obra “Historia Militar de Venezuela”, la cual en diciembre de 2009 comenzó a ver la luz pública, con la edición del tomo I.  Nuestra participación es precisamente en el marco de hacer promoción y difusión de esta publicación que ha sido editada por la Fundación El Perro y La Rana del Ministerio para El Poder Popular de la Cultura de la República Bolivariana de Venezuela.

      Al considerar el propósito de este simposio, nos ubicamos en plena sintonía con él, pues la experiencia investigativa y de vida de Fidel Betancourt merece la pena ser contada ya que desde muy temprana edad tuvo inquietudes por la historia y la política de su entorno y puso en práctica un método de investigación basado en comprobaciones y reflexiones que lo llevaron a escribir una obra monumental basada fundamentalmente en el interés por reconstruir los hechos no sólo con la investigación bibliográfica, sino también mediante testimonios orales y levantamientos de planos in situ, los cuales forman una parte muy valiosa de su obra.

       Fidel Betancourt es no sólo un historiador sino también un personaje quien participó en hechos históricos de importancia en el siglo pasado, cuando en medio de una larga dictadura, el pueblo venezolano luchaba por la libertad y la justicia, de allí la importancia de su obra, pues no sólo fue hecha a través de la investigación objetiva de los hechos sino que también posee un valor testimonial.

      Nace en pleno llano venezolano, en la población de Puerto de Nutrias, estado Zamora (hasta 1936), hoy estado Barinas, el día 19 de marzo de 1897, sus padres, Fidel Betancourt Rangel e Inés María Martínez de Betancourt.  Manifiesta desde muy temprana edad interés por los personajes de los cuales oía hablar y quienes habían participado en hechos de importancia, experimenta una serie de vivencias como por ejemplo la de haber crecido en un ambiente poblado de reminiscencias y recuerdos heroicos, lo cual indudablemente fue forjando su personalidad y su vocación de historiador y amor por la patria.  En las tertulias familiares nocturnas, los cuentos que escuchaba, no tenían  personajes ficticios, imaginarios o irreales, ellos eran: su padre, quien había participado en los movimientos de finales del siglo XIX (1892-1898); su abuelo, Damián Betancourt, prócer federal, a quien llamaban en ocasiones “el Catire Damián” y otras veces, “El mapa de Barinas” por lo cual fue el hombre escogido por Zamora para orientar el avance en la Batalla de Santa Inés.  Eran también su bisabuelo, el Gral. Domingo Antonio Betancourt; sus tíos abuelos: el Gral. Donato Antonio Betancourt, muerto heroicamente el 11 de diciembre de 1859 en “El Bostero”, el Gral. José María Betancourt y el Gral. y prócer federal Francisco Betancourt.

      El método utilizado por este historiador para reconstruir los hechos consistió en realizar investigaciones y comprobaciones en el propio terreno en donde ellos tuvieron lugar, levantando planos de una veracidad incontrovertible que ilustran perfectamente lo narrado.  Recogía pruebas y vestigios y ubicaba caños, caminos, montañas y cualquier otro sitio a que en los documentos se hiciera referencia.  Se ubicaba en el lugar de los hechos y comprobaba la existencia de cada parte, realizando reflexiones y deducciones en el propio terreno que le pudieran dar una versión exacta de lo ocurrido, procedimiento que le resultó posible en muchos casos, gracias a esa temprana inquietud por la investigación ya que logró recorrer muchos campos de batalla, cuando todavía la natural consecuencia de la Venezuela petrolera, aún no había modificado estos escenarios con la construcción de carreteras asfaltadas.  Así mismo, utilizó el método regresivo, pues para sus investigaciones partió de los hechos más recientes en el tiempo, como lo fueron los movimientos revolucionarios en contra de la tiranía gomecista y desde allí se fue alejando en el tiempo hasta llegar a 1553 con el Negro Miguel.

      De esta forma logró escribir una obra que consta de aproximadamente 5.000 páginas mecanografiadas, organizadas en 12 volúmenes (VII tomos) de los cuales uno es contentivo de 86 planos elaborados in situ, aunque al principio lo que se propuso fue escribir sus “Reflexiones Revolucionarias” acerca de todos aquellos hechos en contra de la tiranía gomecista en los cuales había participado.

      Es importante destacar la especial importancia que tienen algunos de sus trabajos, como lo es el Plano de la Batalla de Santa Inés, el cual elaboró teniendo como base el croquis trazado por su abuelo Damián Betancourt, “el mapa de Barinas”.  Este croquis quedó en poder de su esposa Francisca María Rangel de Betancourt, quien a su vez lo pasó a Fidel, su nieto, tomando en cuenta sus tempranas inquietudes por la historia.  Es el plano levantado por este autor el que nos ofrece una descripción exacta de todos los movimientos que tuvieron lugar en esta batalla y  una versión exacta, confiable y bastante completa acerca de este importante hecho militar de nuestra historia patria.  Es por eso que hemos considerado este plano como una fuente secundaria la cual posee el valor e importancia de una fuente primaria, puesto que el triunfo de ella obedeció a la presencia en el campo de batalla de trincheras, que en vez de ser hechas con barricadas, aprovechaban hondonadas en el terreno y fortificaciones (fabricadas con guaduas) que ya para esa época habían desaparecido, pero que el croquis del Gral. Federal Damián Betancourt le permitió ubicar.

Así mismo, quiero destacar que en muchas oportunidades Fidel Betancourt, estuvo por estos predios, organizando complots o en el exilio y dejó la marca de su huella y su presencia, junto con otros revolucionarios.  Dice Fidel Betancourt, en el Tomo VI de su Historia Militar de Venezuela, lo siguiente: “Estoy como sembrado en Colombia; con hijos, nietos por docenas y bisnietos; con el nombre que di de PUERTO RONDON  a un desierto en Casanare; a otro lugar fundado EL SOL...” Eso fue en el año 1927 cuando junto a otros venezolanos se dirigía a Pisba y pasan por un lugar llamado El Padre.  Fue precisamente en esa época cuando establece el fundo El Sol y se queda allí hasta el año 1935, dedicándose a la actividad comercial y a sus investigaciones.  No es casualidad entonces, que estemos hoy aquí, en estos llanos de Casanare, pues fue en este lugar, precisamente, en donde Fidel Betancourt escribe sus “Reflexiones Revolucionarias”, que cubren la época Castro-Gómez y narra todos esos hechos en los cuales había participado, fueron estos llanos de Casanare el semillero en donde se germinaron las ideas y las investigaciones que condujeron a Fidel Betancourt a escribir una obra monumental, valiosa no sólo para la historia de Venezuela sino para toda América, pues parte importante de ella, en su segundo tomo, son las descripciones de los hechos militares más notables ocurridos en la época gran colombiana. 
Fue esta bendita tierra la que lo recibió cuando venía ya de vuelta de tantas luchas y tribulaciones, convencido ya que la tiranía gomecista no caería con ninguna de estas “revoluciones”  y le inspiró para comenzar su monumental trabajo que es una joya histórica no sólo para Venezuela sino también para toda América y el mundo.  Ha sido toda una vida dedicada a la historia y la investigación, sin recibir retribuciones a cambio, con el sólo interés de reconstruir la verdad histórica de los hechos, utilizando una metodología en la cuál no sólo hizo comprobaciones bibliográficas sino también usó los testimonios orales de ancianos de su época, quienes participaron en la federación o habían conocido al Gral. Páez, como es el caso del anciano Gral. Juan Navarrete Romero. 

Para su labor, contó siempre con la colaboración de su esposa, Cándida Quiroz de Betancourt y con su propio trabajo, nunca tuvo financiamiento del estado y fueron pocos los particulares que en algún momento aportaron su colaboración monetaria para que pudiera salir adelante con su trabajo investigativo, sin embargo esto no fue motivo para desmayar, siempre estuvo muy consciente de la magna misión que la vida le había encomendado.  Mención especial para su sobrino, José Esteban Ruiz-Guevara, también destacado historiador barinés, quien desempeñó una labor importante en el levantamiento de los planos de esta Historia Militar de Venezuela.

Pasamos ahora a realizar un rastreo de los llanos, los llaneros y las fuerzas llaneras en el tomo II de la Historia Militar de Venezuela de Fidel Betancourt, aún inédito y próximo a salir en el marco de la celebración del año bicentenario de la emancipación con respecto al poder español en Venezuela y  América.

Partiremos por exponer el criterio del autor, con respecto al carácter de la Guerra de Independencia:
“A nuestro juicio, estudio y observación, la lucha de independencia tuvo un carácter mixto, el cual se desarrolla en tres fases o caracterizaciones:
      - De 1811 – 1815, cuando tuvo carácter civil o fratricida, hasta el desembarco en Margarita del Gral. Pablo Morillo en 1815, con tropas de la Península Ibérica.
      -De 1816 a 1820 de carácter interno o intestino con los acontecimientos del primer gobierno de Angostura – Bogotá, el cual representa el comienzo de la destrucción de los españoles de Nueva Granada; El Armisticio. Regulación y derogación de la guerra a muerte, hasta el 25 – 27 de noviembre de 1820 en Santa Ana de Trujillo.
      -De 1821 a 1826 de carácter internacional, desde el  rompimiento de las hostilidades en abril de 1821, pasando por la Batalla de Carabobo, el 24 de junio de 1821, la caída y toma de Puerto Cabello,  la capitulación final del resto del poderío español en Maracaibo y Coro, últimos baluartes del poderío español en Venezuela  y de aquí hasta la Batalla de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824, la cual  terminó con el poderío español en el Sur, no obstante la heroica o inútil resistencia del Comandante Rodil en el Callao, hasta  el 23 de enero de1826 en el Perú.”

      Este autor considera que las ideas independentistas nacen no sólo por causa de la independencia de los Estados Unidos y de la Revolución Francesa, como plantean algunos autores; sino que, se germinaron en Burya de Varyquecemeto en 1553 y fueron sostenidas por caudillos aborígenes, en la Batalla de Curduvare, por el Negro Miguel, por Guaycaypuro, Araco, Guaycamacuto y tantos jefes  más,  combatientes, hasta Yaracuy y Apacuana.  Reavivada además, por los movimientos de los Comuneros en Nueva Granada y en Mérida,  por la conspiración de José María España y Manuel Gual en 1797 y por la doble invasión independentista del Gral. Francisco de Miranda. Todos aquellos, aunque fracasados ponían en el  tapete la cuestión, como si fuera “dando punto” el paso de una a otra, para la debida acción, en el ánimo y pensamiento de los hombres más notables de la Oligarquía Criolla, quienes serían, los que promoverían la Revolución, en defecto de un pueblo incapaz, inhábil para luchar y menos aún para pensar en su libertad, por lo cual al principio, tuvo que ser un pueblo arreado, hasta hacerle entender sus derechos y su necesidad de ser libres e independientes.  De aquí que fueran  las gentes ilustradas y los hombres de las urbes;  los que primero se enfrentaron a la lucha en los campos de batalla;  mientras campesinos, llaneros y gentes suburbanas, se acogían a la monarquía y se disponían a defender a Fernando VII, tanto en Venezuela como en Nueva Granada, bajo el disfraz de “Defensa de los Derechos de Nuestro Señor Fernando VII.”  

      El  autor Betancourt hace una referencia a las gentes de los llanos cuando reseña el Combate de Pedregal el 14 de Noviembre de 1810, catalogándolo como el Primer combate, la primera acción de guerra en la Guerra Civil-Internacional de la Independencia y expresa lo siguiente: “Las gentes de las urbes en su mayoría, eran patriotas, de aquí saldrían las fuerzas principales; las gentes de los campos, montañas y llanos, en su mayoría, por años, darían soldados al Rey...

     Ciertamente, durante los primeros años de la gesta emancipadora se pusieron de manifiesto las marcadas diferencias sociales que habían existido durante la colonia y las fuerzas realistas supieron sacar provecho de estas rivalidades de clase y especialmente de los resentimientos de los pardos, quienes aunque tuvieran posición económica, no tenían acceso a muchos de los privilegios sociales que tenían los criollos mediante el pago de impuestos, como eran por ejemplo los pagos por títulos de nobleza y mucho menos a privilegios de carácter político, que ni los mismos criollos tenían, como era el de ocupar cargos públicos e  institucionales de importancia.  De allí el carácter civil de la Guerra de Independencia durante sus primeros años (1811-1815).  Así fue por ejemplo el  28 de febrero de 1814 en la Batalla de San Mateo.  La Victoria.  Cuando se enfrentaron por primera vez, combatiendo frente a frente, Boves y Bolívar y también el 28 de mayo en la Primera  Batalla de Carabobo. 

      Encontramos otra referencia a las tierras llaneras cuando describe la Batalla de Araure, la cual tuvo como escenario los llanos de Portuguesa y ocurrió el 5 de diciembre de 1813.  Para este autor, la Batalla de Araure fue una consecuencia de la Batalla de Cabudare – Barquisimeto, ocurrida el 10 de noviembre anterior.  Como resultado de ella el Batallón sin Nombre se cubrió de gloria;  desarmado como iba, con algunas lanzas y palos con puyas, se intercaló en el ataque de Urdaneta, tomó armas de los que iban cayendo e iban armándose las compañías, con su jefe Palacios a la cabeza y antes de media hora en carga arrolladora, heroica, serena y victoriosa, se habían apoderado de varias banderas de batallones vencidos y del aniquilado Pabellón del Numancia,… gloria española y enseña militar de la Monarquía.  Con justicia pues, el Batallón sin Nombre recibió honores, luego y fue distinguido con el nombre de “Vencedor de los Dragones en Araure”.
        Por otra parte es de hacer notar que las características topográficas del llano, donde existen inmensas sabanas y pequeñas colinas, las cuales permiten avistar a distancia, extensas porciones de terreno; permitieron la realización de batallas, que movilizaron grandes contingentes de ejércitos que planificaron y ejecutaron movimientos militares de gran magnitud, como el Movimiento Giratorio Envolvente, realizado por el ejército realista, el cual  aniquiló  al batallón de vanguardia patriota, al mando del Cnel. Manrique, durante esta batalla; razón por la cual Bolívar fue duramente censurado. Al respecto, el autor Betancourt opina:   

            Ha habido críticos, o censuradores que imputan a Bolívar responsabilidad por el sacrificio de la vanguardia que llevaba Manrique, cuando se señala que debido a una mala disposición pereció esta fuerza, sin embargo no se ha tomado en cuenta que tal decisión la toma Bolívar percibido del cambio de posiciones enemigas,  por lo que consideró, había un plan de ataque distinto al que se preveía.  Si Bolívar no manda a Manrique a sondear, hubiera sido todo el ejército el copado en este preparado Movimiento Envolvente Giratorio, por lo cual  pudo a tiempo, ya conociendo las verdaderas posiciones contrarias, abrir con serenidad, seguridad y acierto los movimientos de la batalla a ganar.  Ganar lo que estuvo a punto de perderse, si el 5 hubiera marchado todo el ejército unido al campo de Batalla.  Tales fueron las  causas y caso de la Batalla de Araure.”

      Se incluye aquí una referencia a esta batalla, del oidor Heredia (1895): “Los oficiales españoles inteligentes, me aseguraron que los insurgentes habían hecho prodigios de valor, y maniobras con tanta celeridad y bizarría como las tropas europeas mas aguerridas”.

      También hace referencia el autor a que durante años, el campo de batalla de Araure estuvo cubierto de esqueletos y todavía para 1833, se recogían montones de osamentas, cabezas, vértebra, costillas, fémures, húmeros e iliacos y en 1859, 26 años después, se repetiría  la recogida de osamentas humanas...           

      A raíz de la batalla y victoria de Araure, al recibir felicitaciones Bolívar, por tan brillante victoria, contesta:    
...”Es cierto, nuestras armas libertadoras han vengado a Venezuela;  el mayor ejército que ha intentado subyugarnos yace tendido en el campo;  pero no podemos descansar aun;  otras glorias nos esperan;  y cuando el suelo de la patria este completamente libre, iremos a combatir a los españoles en cualquier punto de la América que dominen y los arrojaremos al mar.  La libertad vivirá al abrigo de nuestras espadas”
Diez años después estaría en el Perú preparando la Campaña N° 41, la cual se produce como consecuencia de la victoria de la Batalla de Junín, y ésta a su vez como consecuencia de anteriores campañas fuera de Venezuela.  Todas vienen a culminar en la Campaña y Batalla de Ayacucho, con la cual al arrojar de América a los españoles, “al mar”, como dijera en 1813;  cumplía con las palabras dichas en la euforia de la Batalla de Araure, ganada para la libertad, que entraba a vivir “al abrigo de nuestras espadas”... desde la Campaña N° 24 y luego con Ayacucho ganada por Sucre, cancelados todos los peligros de revancha española para las naciones del extremo Sur:  Argentina y Chile.”

      El suelo apureño también fue testigo el 29 de enero de 1814 del Combate de Guadualito, cuando el granadino, Cnel. Francisco de Paula Santander libra combate en esta plaza y sus alrededores, contra fuerzas realistas al mando del Cnel. N. Pacheco Briceño, saliendo vencedor Santander, luego de casi dos horas de combate.  Santander había organizado sus fuerzas  entre Arauca y Apure. 

      Se hace mención en la obra que para el 14-15 de junio de 1814 tiene lugar la Tercera Batalla de La Puerta.  Narrando este hecho reseña Betancourt, lo siguiente:
 “En realidad, el ataque de hora y media fue irresistible;  los llaneros peleaban al mando de Boves, frenéticos, heroicos, indiferentes a la muerte, así como pelearían años luego bajo las órdenes de Páez... Si ahora los llaneros del Guárico y parte de Apure ahogaban en sangre la libertad e independencia de Venezuela bajo las banderas del Rey y bajo las órdenes de Boves, Morales y Remigio Ramos, como poco antes bajo las órdenes de Yáñez, de Puig y de Tiscar..;  así luego darían hechos de heroísmo increíble bajo las órdenes de Páez, de Miguel Guerrero, de Juan Galea, de J. J. Rondón, de Genaro Vásquez, de Aramendi, de Muñoz y de Infante..;  cuando éstos atrapan estas tropas y las llevan a entender mejor el sentimiento de patria..;  convirtiéndose así en soldados de la patria y no en esbirros del Rey ...”

Destaca Betancourt, que fue a partir de 1817 cuando se inició la verdadera concepción de Patria en los venezolanos, luego que Bolívar buscó la fuerza llanera y trató de identificarse con ellos, empezando por sembrar en Páez un mejor concepto del móvil de lucha.
En ese mismo año, el 28-30 de enero se reseña el Combate o Batalla de Mucuritas, allí se enfrentaron Páez,  quien se encontraba en Guadualito-Apure y el Gral. Miguel de la Torre, quien deja fuerzas en la población y avanza hacia centro Apure buscando frente a Nutrias para  incorporar las fuerzas de Calzada.  Páez ha asumido el mando de las tropas, formadas por 1.250 a 1.350 hombres, jinetes en su mayoría.   La Torre, avanza sobre Achaguas y Setenta, sabe que Páez viene, dispone esperarlo en las Mucuritas.  A su izquierda tiene la costa selvosa del río Apure, y el Paso del Samán, paso ganadero, ahora un pueblo muy adelantado.  De este poblado a Mucuritas, escasamente hay una legua. 

Para ilustrar la astucia del llanero personificada en Páez, haremos la descripción del hecho anteriormente nombrado: Al amanecer del día 28 de enero, está Páez al sur-este de Mucuritas; comienza a planificar sus maniobras de acomodamiento de cuerpos, de manera que no estuvieran a tiro de fusil.  Necesita que levante bien el sol y que comience la brisa  llanera, para iniciar el ataque.  La estrategia consistía en esperar que se conjugaran tres elementos; a) la culminación del relente con la llegada del reflejo del sol, b) el levantamiento de tierra ocasionado por la fuerte brisa y las pisadas de los caballos y c) el humo de la quema de los bajos pastizales secos que ordenaría; todo esto, enceguecerían a los contrarios y no podrían apuntar  bien.  Así las cargas de caballerías podrían repetirse y ser más efectivas… Todo resultó de acuerdo a lo esperado y el resultado final fue la re ocupación de Apure y como consecuencia, de Casanare, por parte de las fuerzas de Páez y una estrepitosa derrota para los realistas.  Enterado Morillo de todas las fases de la batalla y necesitando dar excusas al rey por esta derrota, le dice en una carta: ”Catorce cargas de caballería consecutivas sobre mis cansados batallones, me hicieron ver que aquellos hombres no eran una gavilla de cobardes poco numerosa, como me habían informado, sino tropas capaces de competir con las mejores de S. Majestad, el rey.  Pero a pesar de su valor, los soldados de mi ejército, como buenos españoles, los rechazaron constantemente…”.

              Continuando con la descripción, el autor refiere que entre los patriotas se destaca  J. G. Iribarren.  En cuanto a las fuerzas de Páez, eran unos 1.200 jinetes, porque la escasa infantería no peleó, estuvo fraccionada en pequeños Cuerpos, casi pelotones, como de Media Compañía.  Por eso se sucedían las Cargas (embestida o ataque resuelto al enemigo) tan terribles, porque cada Carga en verdad representaba un doble ataque.  Con el zigzag de la marcha de ataque o de regreso, eludían el fuego, favorecidos por el polvo y el humo. Sus bajas eran ínfimas, por eso cuando replegaban, como en desorden, daban la impresión a La Torre de que iban derrotados, sacándolos de su error los ataques de frente y de costado o por los flancos.

            En su análisis de este hecho, don Fidel, opina que lo interesante del caso, es que Páez pudo haber atacado a La Torre desde el oeste-norte al sur-este,  posición en que era mucho más vulnerable, sin embargo, el 26, Páez había abandonado esta posición, por la brillante perspectiva que le daba su ataque a sol, viento, polvo, cenizas y candela.  Mas adelante expresa, que así era la estrategia y táctica de Páez, a corta distancia y tiempo; porque nunca fue un militar de estrategia técnica, lucubrada, estudiada, sembrando hoy para recoger en meses la gran cosecha de victorias, de una sabia estrategia militar, como lo hacía Bolívar.  Así mismo puntualiza Betancourt, que la táctica de “volver grupas” era muy de los llaneros venezolanos y fue expresada repetidas veces en muchos años por los discípulos de Páez en Apure.

Así mismo, es importante destacar la estrategia de Páez en la Batalla de El Yagual, en octubre de 1816, cuando gracias a que durmieron dentro de un estero lleno de agua, se salvaron él y su ejército de un seguro ataque de Torrellas, quien lo buscó toda la noche para aniquilarlo.

En el año 1818, los días 24, 26 y 29 de marzo, se refieren los Combates de Ortiz y Chocolate, los cuales tuvieron resultados indecisos por lo que, Bolívar dispone replegar a Calabozo y luego acercarse vía Guayana-Apure, a buscar comunicaciones y da a Páez el mando de parte del ejército.  Se va con Cedeño a reorganizarse y repliega al Rincón de Los Toros. 

En el año 1819 el 17 de enero se hace referencia a la Revista Militar de Bolívar y Páez en Payara.  Según ésta, contó con 2.400 hombres de infantería, bien armada y bien equipada,  2.200 hombres de caballería y 400 de los Cuerpos de Artillería, transporte, Comisaría de Guerra y Hospital.  En total, 5.000 a 5.100 hombres.  El armamento formaba parte de más de 6.000 fusiles traídos del exterior, de los cuales 1.000 habían sido para que el Gral. Santander armara a los casanareños; 1.000 para Páez y sus infanterías y 1.000 para sus caballerías; aunque los cuerpos especializados en lanza no aceptaron el cambio de arma y era mejor así, porque estos ataques a lanza eran certeros y decisivos.

            En el marco de estos hechos, el día 29 de enero, Bolívar da una Proclama a los Apureños y dice, en breves frases: “Vosotros seréis independientes, aunque se oponga el mundo todo.  Vuestros desiertos y vuestras lanzas os libran de la tiranía… Páez os conducirá a la victoria…Llaneros ¡Sois invencibles!... Bolívar.”   

En cuanto a la Batalla de las Queseras del Medio, acción militar librada el 2 de abril de 1819, Betancourt considera que merece el calificativo de Batalla, no por la magnitud de la lucha en tiempo, ni por la cantidad de fuerza patriota, si no por las consecuencias inmensurables e imprevistas derivadas de esta victoria;
·         “La retirada del Gral. Morillo al Guárico y al interior de Venezuela, luego.
·         La retirada de los cuerpos de Barinas de la costa del Río Apure y por consiguiente el dominio del mismo.
·         Queda campo abierto a Bolívar para utilizar su tiempo en La Campaña Apure-Nueva Granada.
·         Afirmación del dominio del Río Orinoco, ruta de entrada de hombres y de elementos de guerra del exterior.
·         Solidificación de la actuación de La Armada mandada por Brión.
·         Afirmación segura y consolidación del Gobierno de Angostura ya funcionando desde 1818.
·         Ampliación de relaciones con el extranjero, de la naciente República, en lo diplomático y comercial.
·          Conduce a los resultados de Pantano de Vargas-Boyacá y ocupación de Bogotá y a la constitución de La República de Colombia.”

Es ineludible citar la proeza de “la primera lanza de los llanos” José Antonio Páez y su ejército, en esta batalla, cuando al atravesar el Rio Arauca, atacar ferozmente al ejército realista, fingirse en derrota y huida;  lanza su famoso “vuelvan caras”, para provocar desconcierto y confusión en el enemigo.

El 27 de mayo de 1819, el autor reseña la  Organización del Ejército Libertador en Caño Setenta.  Precisa que  éste llevaba como Jefe de Estado Mayor General,  al Gral. Carlos Soublette.  Los granadinos eran: Santander, José María Córdoba, Antonio Obando, Antonio Plaza, Joaquín París, Antonio París y otros.  En el Cuerpo de Estado Mayor iban los Generales. Jacinto Lara y Justo Briceño como jefes auxiliares de Cuerpos.  Secretario de Bolívar el irlandés Daniel Florencio O´Leary.  Se cita la descripción de los hechos que hace el historiador Etanislao León en su obra, Historia Patria cuando dice:

“Bolívar organizó entonces las tropas que debían marchar con todos los elementos disponibles y el 27 de mayo salió de Mantecal  (costa de Caño Setenta) con los Batallones Rifles, Barcelona, Bravos de Apure (o de Páez) y La Legión Británica,  los cuales formaban la infantería;  con los escuadrones Húsares, Llano Arriba y Guías que constituían la caballería.  La oficialidad era joven, valerosa y muy apreciada por los 3.900 soldados que sumaban todos los cuerpos del Ejército Libertador.
El 4 de junio el ejército libertador,  atravesó el Arauca, penetró en Casanare, y diez días después acampó en Tame, donde se reunió con los 1.200 hombres que formaban la vanguardia organizada por Santander…” pág. 154. 

En cuanto al Combate de La Cruz, en Barinas el 20 de julio 1819 refiere el autor que Páez sale de Apure, hacia Barinas para no alejarse mucho de su “patriecita”, los llanos de Apure, a raíz de la partida de Bolívar para Nueva Granada, contraviniendo las instrucciones que éste le había encomendado para que asistiera la vigilancia sobre su retaguardia por el Táchira y libra combate en este día contra el Cnel. Juan Durán quien lo  resistió, pero logra derrotarlo.

     Es de todos conocida la importancia de la Batalla de Carabobo ocurrida el 24 de junio de 1821, brillante acción militar que otorgó a las fuerzas patriotas el triunfo definitivo sobre las fuerzas españolas, en territorio venezolano.  Nos limitaremos a describir la organización para la batalla,  del ejército libertador, presentada por el autor que reseñamos, con lo cual se evidencia la participación de los llaneros en esta gesta libertadora y definitiva para el futuro de la patria y de América:
  • 1ª División: Jefe, Gral. José Antonio Páez.
                    Jefe de Estado Mayor General, Miguel A. Vásquez.
 Cuerpos: Bravos de Apure
                                                                 Batallón de infantería
                                                                  Legión Británica al mando del Cnel. Farriar
                                                                  Batallón Cazadores
                                                                  Caballería de Páez con 1.500 hombres
                                                                  Batallón Regimientos.
  • 2ª. División: Jefe,  Gral. Manuel Cedeño.
                     Jefe de Estado Mayor, Judas Tadeo Piñango                                         
  Cuerpos: Batallón Tiradores
       Batallón Vargas;
                                                                  Batallón Boyacá
                                                                  Segunda Brigada La Guardia
                                                                  Escuadrón de Jinetes El Sagrado, Jefe,  Gral. Aramendi.
  • 3ª. División: Jefe, Coronel Ambrosio Plaza.
                     Jefe de Estado Mayor General: Gral. Santiago Mariño. 
 Cuerpos: Primera Brigada La Guardia
     Batallón Rifles, al mando de A. Sandes,  inglés
     Granaderos
     Escuadrones de Húsares y Dragones, vencedores de     
     Boyacá
     Batallón Anzoátegui  y 
                                                                Regimiento  de  caballería al mando de J. J. Rondón.
Estado Mayor: Tnte. Crnl. Jorge Wooberry.

            En el mismo campo de la Batalla de Carabobo, el Gral. Páez, quien comandaba los batallones conformados por llaneros fue ascendido a General en Jefe, lo cual es demostración elocuente de la brillante actuación de ellos en este triunfo decisivo para Venezuela y para América.

Posteriormente a estos hechos ocurre el Sitio y Toma de Puerto Cabello, los días 7 y 8 de noviembre de 1823, también reseñada por Betancourt.  J. A. Páez con tropas desnudas escogidas entre hombres resistentes y nadadores; en la oscuridad de una madrugada, cruza improvisadamente un estrecho mini-brazo de mar que separaba al Castillo de San Felipe en la costa por entre unos manglares… Durante 12 años estuvo dominada La Plaza por los españoles y sirviendo de baluarte a la defensa realista.  Por esto Bolívar y Páez consagraron esfuerzos para la recuperación de Puerto Cabello y muy especialmente de la Fortaleza de San Felipe. El castillo fue tomado en formidable asalto adánico al arma blanca, caen en manos de los patriotas, la artillería y luego los depósitos de fusiles.
GRAN COLOMBIA
En su estudio sobre Gran Colombia, el autor Betancourt refiere los siguientes hechos: la Invasión de Casanare y el  Combate de Paso Real, Lipa, Chire y Pore, ocurridos de marzo a mayo de 1817.   Narra lo siguiente:
 “Una vez que el Gral. Páez se erige victorioso ante La Torre, dispuso operaciones sobre Barinas y Casanare, para limpiar  las regiones de tropas realistas dejadas por La Torre y Calzadas, que están en Nueva Granada.   Iribarren se encargó de Barinas desde Nutrias y el Capitán Juan Galea, de Casanare.  De esta manera, queda hecha la liberación de Casanare, por tropas de Páez y gracias a estas acciones, este territorio quedó apto para ulteriores operaciones de los patriotas, por lo cual pudo luego el Gral. Santander entrar a preparar y organizar  a los casanareños, para la Campaña Libertadora de 1819 y pudo ejecutar Bolívar su brillante Campaña Apure – Nueva Granada.”

Con respecto a la Campaña de Cundinamarca, la cual se realizó entre el 27 de mayo  y el 7 y 10 de agosto de 1819, ha sido clasificada por este autor como Campaña Bolivariana N° 15 y realiza los siguientes cómputos:Desde las costas del Orinoco a Queseras del Medio, al arruinado pueblo de Setenta, Venezuela, Apure por Casanare y el Páramo del Pisba, en combates y batallas, hasta Bogotá: 2.000 Km.”

En su descripción de este hecho, don Fidel, basándose en sus investigaciones y contrastaciones de datos, nos informa que todas las tropas patriotas estaban concentradas en el Bajo Apure entre el pueblo de Mantecal y el caño de Setenta, tanto las que vienen de Las Queseras del Medio como las de Angostura, incluso la Legión Británica, compuesta de ingleses, alemanes, franceses, polacos, irlandeses y de otras nacionalidades en menor cantidad. Quedando así dispuesta, la marcha de Bolívar para el 27 de mayo, cuando salen de Mantecal 2.900 hombres, organizados en una división al mando del Gral. José Antonio Anzoategui y en escuadrones de caballería.  Aprovecha aquí el autor para comentar, que Anzoategui, fue una de las más preclaras glorias militares que ha dado Venezuela no obstante su corta actuación.  Continuando con la descripción, nos dice que el 4 de junio el ejército libertador atravesó el Arauca, penetró en Casanare, y diez días después acampó en Tame, donde se reunió con los 1.200 hombres que formaban la vanguardia organizada por Santander, constituyéndose así la Segunda División, con lo cual no pasaba el ejército de 4.100 hombres.  El 14 están en Chire, por la vía  del pueblecito de la Capilla y es entonces, cuando las tropas comienzan a citarse o a ser llamadas, “tropas colombianas”, es decir, de venezolanos y granadinos, lo que luego se generaliza, a partir del triunfo de esta campaña y la creación, en Angostura, de la República de Colombia.

Cuando hace la descripción del Paso de Pisba, Betancourt nos informa que a los 110 años de pasar el ejército bolivariano por este sitio, él logró cruzarlo, en marzo de 1929, en muy buenas mulas y bien abrigado, acompañado por tres amigos: Alejandro Espinel de Guadualito, Gregorio Gámez, guariqueño y el colombiano ganadero, Gentil Rodríguez y comprobó que la ruta estaba aun peor, mas perdida, porque ya nadie la usaba.  Transcribe una breve frase de lo que D. F. O’Leary narra en sus Memorias: “las tropas estaban casi desnudas la mayor parte de ellas eran naturales de los ardientes llanos de Venezuela”.

 La travesía realizada por Betancourt por el Paso de Pisba en 1929, le permite hacer el siguiente comentario: “El Ejército Libertador arriba, hacia el 22 de junio, frente al imponente Pisba, el cual desde su lejanía constriñe el corazón de aquellos patriotas llaneros acostumbrados a no ver límites a la tierra con sus miradas de águila.  Habían hecho tremenda travesía de los Llanos inundados, pues los ríos, caños, esteros y raudales estaban desbordados y las tropas, reses y bestias tanto de silla como de carga estaban ahogándose.”

Continuando con la descripción de esta campaña, se reseña el 27 de junio de 1819, el  Combate de Paya, durante el cual los realistas son batidos en horas de la mañana. Ya para el dos de julio el ejército, formado en su mayoría por llaneros, empieza a bajar y llega a Socha y el día cinco termina de llegar a la provincia de Tunja. 

El 11 de julio, de ese mismo año, hace referencia al Combate de Gámeza y Tópaga, cuando  chocan las fuerzas patriotas con las realistas y cruzando el río, luego de combatir siete horas, los realistas repliegan sobre el pueblo de Tópaga apoyándose definitivamente en los llamados Molinos de Tópaga, o Peñas de Tópaga.

En cuanto a la Batalla de Pantano de Vargas, ocurrida el 25 de julio de 1819, este autor considera que ésta fue el producto de la dominación de Guayana por Bolívar y refiere que durante los siguientes días de, la acción en Gámeza y Tópaga, los patriotas logran reponer completamente sus adoloridos pies y las restantes caballerías llaneras descansar sus cascos, ya que Barreiro no se atreve a atacar.  Así mismo, Bolívar con su ejército, aprovecha para recoger todas las armas y Parques abandonados, quedando así en condiciones de dar una batalla.  La acción duró 10 horas, los patriotas ganan la batalla, gracias a la intervención de Juan José Rondón quien salva la batalla, que estuvo perdida unas horas antes.  Al felicitar Bolívar a Rondón, éste le contesta: “S.E. Así pelean los hijos del Alto Llano...” que son las regiones llanas altas, hacia Caracas.  Dice Betancourt en su obra: “Hemos recorrido varias veces esta escena de batalla y levantado el único plano que existe sobre el lugar de los hechos  de la Batalla de Pantano de Vargas, predecesora de Carabobo y por encima de la acción de Boyacá, la que ha cargado con todos los honores!”

Betancourt considera que la Batalla de Boyacá librada el 7 de agosto de 1819, viene a ser el derrumbe del poderío español en Nueva Granada y el comienzo del deterioro de su poderío en América; no por lo que significó Boyacá como Batalla, sino por que habiendo sido ésta el epílogo o consecuencia de la Batalla de Pantano de Vargas, verdadera batalla; vino a tener enseguida, su corolario en Carabobo, así como su repercusión en Cartagena, Maracaibo y Puerto Cabello, dejando la atención y las manos libres a Colombia para triunfar en el Sur. 

                   Revisando el año 1821, concretamente el día 10 de enero, encontramos una referencia del autor acerca de una comisión encomendada por Bolívar al Gral. Mires, español al servicio de la causa patriótica, para llevar mil fusiles y municiones al Gobierno de Guayaquil.  Acerca de este patriota expresa, José Mires es un hombre, un patriota que lo hallamos, como Santinelli y Valdés desde 1810 y 1811, al servicio de Venezuela, en el oriente, en los llanos, en occidente, en el Sur de América.  

                   Encuentra aquí Betancourt un espacio propicio para hablar de los españoles al servicio de la independencia y expresa que después de tanto escudriñar, tanto la Historia de Venezuela, como la de Nueva Granada o Colombia actual, éstas no han hecho justicia ni han reconocido los meritos, a los españoles, que como tales, prescindieron de su calidad de españoles, para servirle a la causa de la Independencia.  “Que se sacrificaran los criollos, venezolanos y granadinos, estaba bien, no sólo era su necesidad, sino su deber, el de luchar y sacrificarlo todo; pero españoles, como Villapol, Campo Elías, Campomanes, Mires y tantos otros, que como jefes u oficiales se sacrificaron en la lucha por la independencia, cuanto merecen? Y que les ha dado la historia?  Donde están sus meritos esculpidos en bronce?           En las páginas  de esta Historia Militar se hallará a cada paso un español defendiendo con su vida, con sus conocimientos militares y con su tranquilidad, tanto la libertad como la independencia de América!”  Hoy nos reconocemos como hijos de España, sin odios y como naciones iguales,  respetándonos.

             Así mismo, llegado a este punto, encuentra propicio hacer un comentario acerca del Gral. Pablo Morillo, quien en carta al Rey, en donde demuestra sentir gran admiración por el Libertador y reconocerle sus meritos, capacidades militares y políticas, éste expresa: “…Bolívar es mucho mas peligroso vencido que triunfante… y cuando consigue una victoria se adueña de provincias enteras…Dadme 50.000 llaneros de los que maneja Bolívar y yo me comprometo a barrer la Europa entera…” Pablo Morillo.

                   Para finalizar esta ponencia es necesario aclarar que sólo se ha hecho referencia a las acciones militares más resaltantes ocurridas en el llano durante este periodo, lo cual implica que seguramente existen otras de importancia que no han sido nombradas en este resumen.  Así mismo que de las 42 campañas bolivarianas clasificadas por el autor en su obra, desde la campaña 37 a la 42 se desarrollaron en el sur de Colombia y en el Sur de América,  Ecuador, Perú y Bolivia.

Según la opinión de las ponentes, el llano venezolano vivió, durante la Época de la Independencia (1810-1830), acontecimientos muy importantes que han quedado para la historia de nuestro país y de Colombia y los cuales puede afirmarse,  se confunden en la historia de ambos países, ya que la frontera entre los dos, ha sido siempre muy transitada, pues  lo que separa a ambos países, en el tramo llanero, es el Río Arauca, el cual es navegable; a diferencia de las características de la frontera en la parte de la Cordillera Andina y la Sierra de Perijá, donde  existen altas y escarpadas formaciones montañosas, difíciles de transitar.  Es por esto que el autor Betancourt considera al Llano, como un territorio de especial  importancia estratégica para los acontecimientos históricos que allí se han desarrollado a través de los tiempos.  Esta importancia estratégica radica fundamentalmente en la ventaja que ofrece la topografía llanera, la cual favorece la comunicación entre el Llano venezolano y el Llano colombiano, especialmente en épocas de sequía o verano, cuando el tránsito por esta zona  es más fácil.  Sin embargo es de hacer notar que para la movilización en esta zona, se ha requerido siempre de los “baquianos”, conocedores del llano y de sus fenómenos;  quienes aprendieron a orientarse desde pequeños, en aquellas extensas sabanas, ubicándose, ayudados por la posición del sol (ya sea invierno o verano), por pequeños caños, matas o matales, y por las importantes indicaciones del color de la sabana, para distinguir lo que es terreno firme de los lodazales o pantanos cubiertos de verdor, que aparentan ser terreno firme, donde por desconocimiento es muy fácil caer y atascarse.

       Los caudalosos ríos navegables de los Llanos, también permitieron la movilización de ejércitos, armamentos y provisiones de ganado y bastimentos, a través de ellos; por lo cual pueblos llaneros como Puerto de nutrias, San Fernando de Apure, Arauca, la región de Casanare y otros, fueron escenarios de importantes acontecimientos de nuestra gesta libertadora y así mismo sufrieron los estragos de la guerra, tales como incendios, violaciones de sus mujeres, asedios y toda la serie de grotescos acontecimientos que trae la guerra consigo. 
       Para concluir, damos gracias a los ilustres pobladores de esta "Provincia Libertadora de Colombia", como fue conocida durante la gesta libertadora, esta región de Casanare, por ser semillero de patriotas que se destacaron en las gloriosas batallas de Pantano de Vargas y del Puente de Boyacá, cuyos espíritus seguramente fueron guía y sendero para la tarea que en estas tierras inició el historiador Fidel Betancourt, cuando decide emprender la monumental obra que hoy hemos presentado ante ustedes.

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